domingo, 30 de septiembre de 2012

La vida es una película norteamericana



En 1993 un niño llamado Danny Madigan entraba en una sala de cine con un flamante billete dorado y era transportado al interior de una película donde lo esperaba Jack Slater, donde los coches siempre tienen las llaves puestas, la gente no echa el cerrojo en sus casas y las heridas siempre son de poca gravedad.

Nosotros no hemos comprado ningún billete dorado pero aquí estamos. Metidos en medio de una película norteamericana. Aquí están las fraternidades, los carteros en pantalones cortos con los calcetines cubriéndoles las pantorrillas, y los buzones a los que van, esos barrios en los que todo el mundo se saluda...

Entras en el país y te adaptas a la vida como puedes, y te das cuenta de que nada es realmente nuevo porque ya lo has visto antes, porque lo has vivido antes, como en un fallo en Matrix. En un deja vu que no es tuyo, que no es de nadie salvo de la pantalla de proyección que has atravesado sin darte cuenta. Estabas despistado con los trámites de extranjería y con los controles del aeropuerto y sin querer te has pasado el patio de butacas y has acabado en medio de todas las proyecciones de la planilla.

Pero no, exagero. Al menos eso creo. Hay cosas que no nos han contado. Cosas que solo ves si cruzas ese umbral imposible. Cosas que sólo ves cuando no están mirando las cámaras. Porque a las cámaras sólo les interesan los personajes, las pistolas, los collares. Todas esas cosas que hacen avanzar la trama, que desarrollan el argumento.

Os proponemos que os deis un paseo con nosotros por esta película sin argumento. Con una nota más que dudosa en rotten tomatoes. Y recordad, no existen los Danny Madigans, sino los Austin O'Brien, ni los Jack Slater, sino los Arnold Schwarzenegger y la muerte en realidad es Ian McKellen... o tal vez no... porque, ¿alguien sabe quién es Austin O'Brien?